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Greimas, Fontanille 1994 Semiótica de las pasiones

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones (De los estados de cosas a los estados de ánimo). México Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Siglo XXI Editores.

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Introducción

La concepción de un actante despojado de su envoltura psicológica y definido únicamente por su hacer es la condición sine qua non para el desarrollo de la semiótica de la acción.

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Para la semiótica, lo que está en juego consiste en afirmar la presencia in absentia que es la existencia semiótica, como objeto de su discurso y como condición de su actividad de construcción teórica…Por lo tanto, el discurso semiótico será la descripción de las estructuras inmanentes y la construcción de los simulacros destinados a dar cuenta de las condiciones y precondiciones de la manifestación del sentido y, en cierta medida, del “ser”…

Como un flujo coagulante del sentido, con su espesamiento continuo, a partir de la confusión original y “potencial”, para llegar, por medio de su “virtualización” y “actualización”, al estudio de la “realización”, pasando así de las precondiciones epistemológicas a las manifestaciones discursivas.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones (De los estados de cosas a los estados de ánimo). México Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Siglo XXI Editores.

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Introducción

Las configuraciones pasionales…se sitúan en la intersección de todas las instancias, ya que, par su manifestación, requieren ciertas condiciones y precondiciones específicas de orden epistemológico, ciertas operaciones propias de la enunciación y, por último, ciertas “rejillas” culturales que se presentan, o bien ya integradas como primitivos, o bien en el curso de integración en un sociolecto o idiolecto..

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Introducción

Es por medio del cuerpo percibiente que el mundo se transforma en sentido ―en lengua―, que las figuras exteroceptivas se interiorizan y que, finalmente, resulta posible considerar la figuratividad como un modo de pensamiento del sujeto.

La mediación del cuerpo, cuya propiedad y eficacia es el sentir, está lejos de ser inocente: durante la homogenización de la existencia semiótica, esta mediación añade categorías propioceptivas que constituyen en cierto modo su “perfume” tímico y, en ciertos lugares, incluso sensibiliza…el universo de formas cognoscitivas que ahí se delinean.

GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones (De los estados de cosas a los estados de ánimo). México Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Siglo XXI Editores.

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Introducción

lo que de manera más notoria les sucede es que las figuras del mundo no pueden “hacer sentido” más que a costa de la sensibilización que les impone la mediación del cuerpo. Para ello, el sujeto epistemológico de la construcción teórica no puede presentarse como un sujeto puramente cognoscitivo “racional”. En efecto, durante el recorrido que lo lleva al advenimiento de la significación y a su manifestación discursiva, encuentra obligatoriamente una fase de “sensibilización” tímica.

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Introducción

En primer lugar, el estado es un “estado de cosas”, del mundo que se ve transformado por el sujeto, pero también es el “estado de ánimo” del sujeto competente para la acción y la competencia modal misma, la cual simultáneamente sufre transformaciones. So capa de estas dos concepciones de “estado”, resurge el dualismo sujeto/mundo. Sólo la afirmación de una existencia semiótica homogénea

―permite enfrentar esta aporía: merced a esta transformación, el mundo en cuanto “estado de cosas” se vuelca sobre el “estado del sujeto”; es decir, se reintegra en el espacio interior y uniforme del sujeto. En otras palabras, la homogenización de lo interoceptivo y de lo exteroceptivo gracias a la mediación de lo propioceptivo instituye una equivalencia formal entre “estados de cosas” y los “estados de ánimo” del sujeto.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones (De los estados de cosas a los estados de ánimo). México Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Siglo XXI Editores.

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__Introducción __nos parece que dos conceptos ―los de tensividad y de foria ― poseen un rendimiento excepcional…el concepto de tensividad se vuelve capaz de trascender la instancia de la enunciación discursiva propiamente dicha y puede ser incorporado al imaginario epistemológico, espacio en el que se une a otras formulaciones filosóficas o científicas ya conocida. Por ello, se nos puede aparecer como un “simulacro tensivo”, como uno de los postulados que dan origen al recorrido generativo del sentido….para el mundo humano, la tensividad no es más que una de las propiedades fundamentales del espacio interior que hemos reconocido y definido como vertimiento del mundo natural en el sujeto, con vistas a la construcción del mundo propio de la existencia semiótica.

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estados de ánimo). México Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Siglo XXI Editores.

p.18-19

Introducción

Ya no es más el mundo natural el que adviene al sujeto, sino el sujeto quien se proclama dueño y señor del mundo, su significado, y lo reorganiza figurativamente a su manera…además, también explica, moderato contabile, el despliegue de la figuratividad, el carácter “representacional” de toda manifestación pasional, en la cual, merced a su poder figurativo, el cuerpo afectado se vuelve centro de referencia de la escenificación pasional entera. Es este “mas acá” del sujeto de la enunciación, este doblez perturbante, que nosotros denominamos con el nombre de foria…se puede tratar de imaginar el estado de cosas más simple posible ―como es la estructura elemental de la significación― y conferir al modelo una situación confusa y tratar de conferir al modelo una vocación de complejización. Pero también uno se puede encontrar frente a una situación confusa y tratar de ver más claramente llevándola hacia extremos…Al intentar hacer pensable la foria…nos ha parecido difícil introducirla como un suave acompañamiento de la narratividad ejecutado por una música de fondo patémica.

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estados de ánimo). México Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Siglo XXI Editores.

p.21 EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES

El aroma

Las pasiones aparecen en el discurso como portadoras de efectos de sentido muy peculiares; despiden un aroma equívoco, difícil de determinar. La interpretación que la semiótica ha retenido es que el aroma específico emana de la organización discursiva de las estructuras modales…

Reconocer que las pasiones no son propiedades exclusivas de los sujetos (o del sujeto), sino propiedades del discurso entero…

La vida

¿Es posible reiterar sin consideración alguna la concepción según la cual el ser vivo es una estructura de atracciones y repulsiones? ¿Es posible pensar la foria antes de su división en euforia y disforia?...se trata de pronunciarse acerca de la prioridad de derecho de lo “sensitivo” con respecto a lo “cognoscitivo” o a la inversa.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones (De los estados de

p.22 EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES (2) El horizonte aw

La cohabitación de dos exigencias inversas, ligadas respectivamente a las “fuerzas” y a las “posiciones”, permite comprender que, antes de toda categorización, el sentir, tironeado por dos tendencias, no puede engendrar más que inestabilidad.

Las precondiciones (de la significación)

Dicho de otro modo, la modalización del estado del sujeto ―y de esto se trata cuando se quiere hablar de las pasiones― no es concebible más que al pasar por la del objeto, la cual, cuando se convierte en un “valor”, se impone al sujeto. Es preciso imaginar una situación comparable, pero anterior a la puesta en posición actancial: imaginar un sujeto protensivo indisolublemente ligado a una “sombra de valor”, de esta manera se perfile sobre el fondo de la “tensividad fórica”…

Las valencias

Se tiene la impresión de que la forma más común que adopta esta “sombra” es cierto presentimiento del valor…Todo sucede como si el aspecto incoativo tuviera preeminencia sobre todos los contenidos semánticos vertidos en los objetos y en los haceres, como si únicamente importara el objeto incidente y no el objeto buscado…

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p. 25-26__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES Las valencias__

La aspectualidad parece estar situada, aquí, por encima del valor propiamente dicho y antes que él; se trata de un cierto “valor” del valor y, en ese sentido, se le podría llamar “valencia”, en la acepción química del término –es decir, para designar la cantidad de “moléculas” asociadas en la composición de un cuerpo. Esto sucede, por ejemplo, durante el intercambio, cuando los valores, semánticamente diferentes son juzgados comparables e intercambiables a partir de su (equi)valencia; se puede suponer, entonces, que hay algo constante que se intercambia, que no tiene gran cosa que ver con los objetos semántica y diferentemente cargados que son transferidos de un sujeto a otro. Por otra parte, ya se ha hecho notar que, en el discurso, la aspectualización constituye una dimensión jerárquicamente superior a la temporalización, pero también a la espacialización e incluso a la actorialización: el “amor” en Éluard es captado en su eje temporal, los “párpados al despertar” están situados en la espacialidad, la “vida humana” es captada como crecimiento del actor, todo ello dominado por el aspecto incoativo.

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p. 26__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES Las valencias__

Pero hay algo más en esta valoración de la incoatividad, y nos vemos obligados a tomar en cuenta la segunda definición―psicológica”― de la valencia, considerada como una potencialidad de atracciones y de repulsiones asociadas a un objeto: desde este punto de vista, la valencia sería el presentimiento que tiene el sujeto protensivo de esta sombra de valor, que a consecuencia de la escisión fórica, lo envuelve como un capullo para que se manifieste más tarde bajo la forma más articulada de la incoatividad. En suma, la aspectualidad manifestaría la valencia de la misma manera en que las figuras-objeto manifiestan a los objetos valor.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones

p.29__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES La estesis__

La tensión hacia lo uno, esta amenaza ―o esperanza― de retorno al estado fusional, abre dos posibilidades que merecen ser señaladas. En primer lugar, la concepción de la estesis como un “volver a sentir” el estado límite y como espera un retorno a la fusión, que desencadena la fiducia, permite prever, en el nivel discursivo, la existencia de una dimensión estética. La dimensión pasional, construida a partir de la foria como su precondición y que busca su manifestación, tendrá como contrapartida la dimensión estética que, por su parte, descansaría sobre la eventualidad ―esperanza o nostalgia― de un retorno a la protensividad fórica, un retorno al universo indiferenciado postulado como precondición de toda significación.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones

p. 31__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

El devenir y las premisas de la modalización

La dificultad reside en que esas modalidades, tal como las concebimos ―el querer, el deber, el poder y el saber―, son dependientes de la categorización racional, mientras que desde otro punto de vista, al considerar los efectos de sentido pasionales, parecen obedecer a otros modos de organización, más “configuracionales” que propiamente estructurales. Aquí se quisiera mostrar que, ya desde el nivel de las precondiciones de la significación, la evolución de la protensividad delinea, entre otras cosas, prefiguraciones tensivas de las cuatro modalidades, y que éstas ―que serían guardadas en memoria para decirlo así por el universo modal una vez categorizado― repercuten en el funcionamiento pasional de las modalidades.

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p. 31__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES Protensividad y devenir__

La escisión del protoactante indiferenciado no puede resistirse al retorno a la fusión original más que a condición de que la tome a su cargo una “orientación” que se encuentra ya presente en el protoespacio-tiempo en el que se delinea el horizonte óntico. Tomando cierta distancia, se puede considerar que, del conjunto de tensiones que animan la foria, las que son propicias a la escisión y las que buscan la fusión pueden o equilibrarse o prevalecer unas sobre otras; en caso de equilibrio, continúa la oscilación; si, por el contrario, las tensiones favorables prevalecen, la necesidad recupera sus derechos y la significación no puede advenir. Por lo que se ve, para que la significación pueda desprenderse de la tensividad fórica, se requiere que predominen las tensiones favorables a la escisión: sólo en este caso puede delinearse la protensividad como orientación.

Por otro lado, una orientación como tal es la condición necesaria para que la foria pueda prefigurar la sintaxis, ya que únicamente este tipo de desequilibrio parece propicio al surgimiento del “casi sujeto” y de las valencias. Se podría llamar devenir al desequilibrio “positivo” que es favorable a la escisión de la masa fórica.

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p.33__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

__Las modulaciones del devenir. __Puesto que el devenir no es más que un “desequilibrio favorable”, las tensiones a favor de la escisión no prevalecen sino globalmente para un “observador” situado a cierta distancia, mientras que, de cerca, para un “observador” próximo, los retornos, los desequilibrios inversos arriesgan localmente la continuidad de la evolución. De algún modo, es posible concebir las modulaciones del devenir como cierta manera de manejar simultáneamente las heterogeneidad del las tensiones y la homogeneidad de la orientación.

Por ejemplo, el prototipo del querer podría provenir de una “apertura” que actualizara el efecto de “apuntar hacia un objetivo” y sería reconocible en ese nivel tensivo merced a una aceleración del devenir…En cambio, el prototipo del saber cerraría el devenir y actualizaría un efecto de “presión”, inverso del efecto de “apuntar hacia un objetivo”, detendría el curso del devenir para medir su evolución…En cuanto al prototipo del poder, éste se encuentra encargado de “mantener el curso” del devenir, de acompañar las fluctuaciones para conservar el desequilibrio favorable a la escisión. Además, las tres modulaciones ―”abriente”, clausurante” y “cursiva”―prefiguran lo que, en el nivel del discurso, se convertirá en la triada aspectual “incoativo/durativo/terminativo”.

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p.34__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES Las modulaciones del devenir__

En cuanto al prototipo del deber, este se presenta como una suspensión del devenir…ya que una vez establecido el principio de escisión, otro peligro amenaza: el de la dispersión…El prototipo del deber se opone a este peligro como fuerza cohesiva que busca constituir una totalidad de tensiones; en la práctica, esto equivale a adoptar, con respecto al devenir, el punto de vista del observador distante que, como se ha visto, homogeneiza los avatares de la foria y desdeña las variaciones y las fases. En resumen, el prototipo del deber procedería mediante la “puntualización” de la modulación, neutralizando con ello los efectos “abrientes”, “clausurantes” y “cursivos”.

Ver Eco 1992,49 “Para fundar la unilinealidad de la cadena causal es necesario haber admitido algunos principios: el principio de identidad (A=A), el principio de contradicción (imposible que algo sea A y no sea A al mismo tiempo) y el principio del tercero excluido (o A verdadero o A falso y tertium non datar) De estos principios deriva la forma de razonamiento típica del racionalismo occidental, el modus ponens: si p, entonces q; pero p; entonces q.

Estos principios prevén, si no el reconocimiento de un orden fijo del mundo, al menos un contrato social… “El modus es también el límite, y por tanto la frontera.”

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p.34-35__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

Modulaciones, modalizaciones y aspectualizaciones

Es posible reconocer formas dominantes de tensividad; en la medida en que esas elecciones definen un cierto modo de acceder a la significación para el sujeto epistemológico y al valor para los sujetos narrativos –como sucede con el incoativo en Éluard-, es posible considerar que manifiestan los que podrían ser llamados “estilos semióticos”: la agitación del inquieto, la vacilación del veleidoso, el estilo “agresivo” del voluntarista, son otras tantas manifestaciones aspectuales de la manera en que la significación y el valor advienen en diferentes tipos de discurso o para cada uno de los sujetos así caracterizados. Desde otro punto de vista, en ausencia de una manifestación directa o indirecta de las modalizaciones, el examen de la selección de los aspectos dominantes permite plantear la existencia de tal o cual modulación dominante en el nivel profundo, que habría sido convocada prioritariamente por la puesta en discurso. Al suponer que esta modulación es predominante, resulta posible sospechar y prever que la organización modal, en el caso de que exista en inmanencia, deberá ser afectada u orientada en consecuencia.

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De esta manera, la vacilación, que remitiría a una modulación a la vez abriente y suspensiva,

permitiría prever una prever una definición compleja del querer (querer y no querer), e incitaría a buscar en la manifestación discursiva sus eventuales huellas específicas. Igualmente, la agitación, como forma aspectual superficial, revela una forma peculiar de modulación suspensiva: la que la pura oscilación de las tensiones produce, el equilibrio imposible entre la fusión y la escisión. Es posible interpretar este equilibrio inestable como la coexistencia de dos modulaciones cuyos efectos se anulan: por ejemplo, una modulación abriente y una modulación clausurante o, también, una modulación cursiva y una modulación puntualizante; en esta circunstancia, uno se vería incitado a plantear la hipótesis de la existencia, en el nivel narrativo, de una confrontación modal, ya sea entre querer y saber, ya sea entre poder y deber; en uno y otro caso, se delinearían los contornos de la inquietud o de la angustia.

Las tres instancias: modulación, modalización y aspectualización, distribuidas respectivamente en la tensividad fórica, el nivel semionarrativo y manifestación discursiva propiamente dicha, constituyen en cierto modo el triángulo teórico cuyo valor heurístico nos esforzamos por demostrar.

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p.36__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

Por un mundo cognoscible/ El discernimiento

Para conocer, es preciso negar. Cierto es que las “proformas” de objetos ya se le presentan, que las modulaciones del devenir introducen ya una especie de “respiración” -¿un ritmo?, ¿un tiempo?- en la protensividad, pero nada se encuentra categorizado todavía, nada presenta contornos discretos. La negación es la primera operación mediante la cual el sujeto se funda a sí mismo como sujeto operador y funda al mundo como cognoscible. En cierta manera, se trata de una especie de disjunción: la primera era la disyunción con respecto a la necesidad óntica como estado del azar; la segunda es una disyunción con respecto a la modulación continua de las tensiones y a un mundo de valores no cognoscible. Esta negación se analiza en dos tiempos.

El primer gesto es un acto puro, el acto por excelencia: el discernimiento…o más bien una aprehensión, una incautación, una interrupción de las fluctuaciones de la tensión. En efecto, el mundo como valor se ofrecería todo entero al sentir del sujeto tensivo; pero para conocerlo, es necesario detener el flujo continuo, es decir, generalizar la “clausura” –se trata pues, del origen de la primera negación- delimitar una zona, discernir un lugar, es decir, negar lo que no es ese lugar.

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p.37-38__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

Por un mundo cognoscible/ El discernimiento

El segundo gesto, que sólo es la otra faz del primero, es una contradicción, la negación en sentido categorial. El discernimiento-negación aplicado a una sombra de valor no puede instalar más que a no-S1, primer término del cuadrado semiótico. En efecto, el sujeto tensivo, transformado en sujeto operador mediante esta disyunción, no puede discretizar sino sombras de valor, de las que se encuentra separado merced a la escisión: no tiene otra cosa que “discernir” más que la ausencia. Dicho en otros términos, para hacer advenir la significación y estabilizar la tensividad, el sujeto operador no tiene otra solución que categorizar la pérdida del objeto, y ésta es la razón por la que la primera operación discreta en una negación; no es sino bajo esta condición que, en virtud de la introducción de lo discontinuo, el sujeto podrá conocer el objeto detrás de las sombras de valor. Sin la contradicción, el discernimiento no determinaría más que una pura singularidad en el continuo tensivo y fracasaría en su intento de hacer advenir la significación…una vez confirmada y sostenida como devenir, la escisión actancial y la distribución de las tensiones se equilibran globalmente. Así se llega a una fase de equilibrio en la que la dinámica interna de la foria choca contra la estabilización del devenir.

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p.37-38__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

El discernimiento

Así, se llega a una fase de equilibrio en que la dinámica interna de la foria choca contra la estabilización del devenir. En ese momento, se presenta una alternativa: o bien la fiducia triunfa y, con ella, la tendencia a retornar a la fusión, o bien la protensividad del sujeto se convierte en acto y ese sujeto deviene sujeto operador; una evolución como ésta se inscribe en la definición misma del devenir, ya que la conservación de un desequilibrio “positivo” no puede llevar más que a su acentuación y, en último término, a una estabilización. En última instancia, la confirmación de alguna manera adopta la forma de un reconocimiento –que funda lo cognoscitivo- de la separación entre el mundo y el sujeto.

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p.38 LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES La categorización

Por otra parte, la discretización transforma el devenir en una sucesión de disjunciones y de conjunciones discontinuas. El primer discernimiento, seguido por las operaciones constitutivas de la estructura elemental, transmuta las modulaciones en una sucesión de “antes” y “después”, en una sucesión de fases y de umbrales de fases. Desde esta perspectiva, los estados y las transformaciones” serán definidos respectivamente en este nivel como las zonas aisladas por el discernimiento en el desarrollo orientado del devenir y como los caminos que llevan de un estado a otro. De acuerdo con lo anterior, la sintaxis elemental no se añade ulteriormente a las estructuras elementales de la significación, sino que proviene de la resolución misma del sincretismo; en especial, es posible notar que, si la estructura elemental proviene del discernimiento de las “sombras de valor”, es decir, de las valencias que se dibujan sobre el fondo de la fiducia, de la sintaxis elemental de los estados y de las transformaciones proviene, ella, de un discernimiento de las fases del protensividad

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p.38 LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES

La sintaxis narrativa de superficie: Los instrumentos de una semiótica de las pasiones.

Las estructuras modales

Puesto que la discretización interviene en la modalización de las tensiones en devenir después de que está operando, en consecuencia, es posible aplicarla a los resultados de esa modulación. Este procedimiento convierte, en especial las modulaciones obtenidas por la “demarcación” (abriente, clausurante, cursiva y puntualizante) en categorías modales *

Nota nº 6 a pie de pág. Modelo de C. Zilberberg intentas conciliar la tensividad y la categorización al reunir en un mismo cuadrado semiótico cuatro formas tensivas que se parecen en mucho a las modulaciones del devenir. Seductora en muchos sentidos, esta opinión no es compatible con nuestra descripción del nivel profundo: si las formas tensivas son categorizables es porque están estabilizadas y, en consecuencia, ya no son tensivas; quizá no sea más que una cuestión de formulación

ContensivoEXTENSIVO

(=puntualizante)(=cursivo)

RETENSIVODISTENSIVO

(=clausurante)(=abriente)

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p.39-40__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

La sintaxis narrativa de superficie: Los instrumentos de una semiótica de las pasiones.

Si se acepta que el discernimiento debe confirmar y estabilizar la escisión, resistir la necesidad óptica y proceder por negación, entonces la primera operación moralizante consiste en una negación del deber por el querer. Acto seguido la categoría modal se despliega como un cuadrado semiótico

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p.40LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES

La sintaxis narrativa de superficie: Los instrumentos de una semiótica de las pasiones.

De este modo se obtienen dos ejes modales: el de las modalizaciones exógenas, modalizaciones del sujeto heterogéneo (deber vs poder) y las modalizaciones endógenas, modalizaciones del sujeto autónomo (saber vs querer). También aparecen dos esquemas modales: el de las modalizaciones virtualizantes, modalizaciones del sujeto virtualizado (deber vs querer) y el de las modalizaciones actualizantes, modalizaciones del sujeto actualizado (saber vs poder). En consecuencia, las dos deixis aparecen respectivamente como las modalizaciones “estabilizantes” (deber vs saber) y modalizaciones “movilizantes” (poder vs querer).

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p.41LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES

__La sintaxis narrativa de superficie: Los instrumentos de una semiótica de las pasiones. __El sujeto, el objeto, y la junción

En las formulaciones anteriores, los diferentes términos y las diferentes relaciones reveladas en el seno de la categoría modal se refieren esencialmente al sujeto y no al objeto o a la junción; esto no significa que la modalización no ataña al objeto y a la junción. Más bien es todo lo contrario, ya que en el momento en que la categoría se discretiza, los sujetos y los objetos sintácticos de la junción aún no han sido construidos. El único verdadero sujeto del que disponemos hasta entonces es el sujeto operador (el del discernimiento); pero el único “objeto” que le puede ser atribuido es aquel que él se da por medio del discernimiento; es decir, un conjunto de relaciones en el seno de una categoría –el cuadrado semiótico como objeto cognoscitivo formal-. Por lo demás, nos hemos enfrentado únicamente a “cuasisujetos” y a “sobras de valor”. Tradicionalmente, el sujeto y el objeto son considerados como indefinibles, como los términos finales de la relación predicativa, concebida como “orientación” o “mira”. ..la “mira” ha sido definida aquí como un “efecto”, producto del carácter unilateral y tensivo de la orientación y que, a ese respecto, el sujeto y el objeto pueden ser considerados, en el espacio de la foria, como efectos de segundo grado (efecto origen y efecto fin). El sujeto operador, constituido como tal mediante un discernimiento, evacua las modulaciones susceptibles de delinear las sombras de valor (las valencias) y las reemplaza por las estructuras elementales de la significación.

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p.42__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

De las valencias al valor

…las valencias se ven particularmente convertidas en propiedades de los objetos sintácticos….el concepto de objeto de valor: un objeto que da un “sentido” (una orientación axiológica) a un proyecto de vida y un objeto que encuentra su significación en la diferencia, por oposición a otros objetos. De hecho, la aparición del objeto de valor depende de lo que suceda a las valencias. La valencia es una “sombra” que suscita el presentimiento del valor; el objeto sintáctico es una forma, un “contorno” de objeto comparable al que proyecta frente a él el sujeto durante la percepción de la Gestalt y que es codefinitorio del sujeto; el objeto de valor es un objeto cargado semánticamente; pero –y he ahí la clave- la carga semántica descansa en una categorización surgida de la valencia misma….

43: Respecto a esta cuestión, de algún modo sería posible decir que el sujeto y el objeto se seleccionan recíprocamente: el sujeto, porque impone protensivamente propiedades sintácticas selectivas al objeto, y el objeto, porque semántica al sujeto, siendo la valencia el criterio regulador de ese encuentro.

El vertimiento semántico reconocido como conforme a la valencia recibe entonces recursivamente las “atracciones/repulsiones” propias de la foria, las que, polarizadas a la vez, constituyen una axiología.

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p.44__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES Las estructuras actanciales__

…sería posible decir que el sujeto y el objeto se seleccionan recíprocamente: el sujeto, porque impone protensivamente propiedades sintácticas selectivas al objeto, y el objeto porque semantiza al sujeto, siendo la valencia el criterio regulador de este encuentro..

El vertimiento semántico reconocido como conforme a la valencia recibe entonces recursivamente las “atracciones/repulsiones” propias de la foria, las que, polarizadas esta vez, constituyen una axiología….

De este modo es posible engendrar modelos actanciales que sirven para escenificar las estructuras plolémico-contractuales. Su aparición responde, en cierta manera, a la primera “puesta en marcha del sentido”, ya que la separación entre el “cuasisujeto” y la “sombra de valor”, que es interpretada como la emergencia de la fiducia y la protensividad, podría perfectamente ser atribuida a la intervención de una forma de adversidad…En el nivel de las estructuras semio-narrativas, el principio polémico adoptará dos facetas diferentes: o bien los sujetos apuntan al mismo objeto de valor …y se encuentran en competencia; o bien en sus programas narrativos se encuentran incorporados sistemas de valor diferentes y, por ello, en conflicto.

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p.44-45__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES__

Las estructuras actanciales

Para explicar las relaciones polémicas, sería conveniente una modulación del devenir que afectara la fiducia, en especial si se admite que la escisión de la “uno” puede engendrar tanto la pareja “sujeto/antisujeto” como una pareja de “intersujetos” en las que el juego de las atracciones/repulsiones prefiguraría las estructuras polémico-contractuales. Esta hipótesis es interesante en más de un sentido. En primer lugar, esclarece un fenómeno frecuentemente pero rara vez explicado que s refiere a la transformación de los objetos en sujetos: el objeto se transforma en sujeto porque resiste, se sustrae, rechaza al sujeto de la búsqueda, mediante una proyección sobre el objeto de los “obstáculos” que el sujeto encuentra: el antisujeto de algún modo reside en la figura-objeto, especialmente para un sujeto apasionado….

La cohabitación de las estructuras contractuales y de las estructuras polémicas es constante y a veces determinante, entre otras partes, en el universo pasional

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La pasión y el hacer

…programan en la dimensión patética un sujeto de hacer potencial, sea para crear o para destruir. La pasión misma, en tanto aparece como un discurso en segundo grado incluido en el discurso, puede ser considerada por si mismo como un acto, (los psiquiatras llaman “paso al acto”), en el sentido de que se habla de un “acto de lenguaje”: el hacer del sujeto apasionado no deja de recordar el del sujeto discursivo, al que dado el caso puede sustituir; es entonces cuando el discurso pasional, encadenado de actos patéticos, interfiere en el discurso que lo acoge –la vida en cuanto tal de alguna manera-, lo perturba e influye. Además, la pasión misma se revela en el análisis como constituida de haceres: manipulaciones, seducciones, torturas, búsquedas, escenificaciones, etc. Desde este punto de vista y en este nivel de análisis, la sintaxis pasional no se comporta de un modo distinto a la sintaxis pragmática o cognoscitiva; toma la forma de programas narrativos, en los que un operador patético transforma estados patéticos.

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El ser del hacer

Regresando a las modalizaciones propiamente dichas y a los sujetos de estado susceptibles de ser afectados por la pasión, se distinguirán dos clases de ellas…Esta distinción ya ha sido identificada hace tiempo merced a la oposición terminológica entre competencia modal y existencia modal. Está claro, por ejemplo, que el sujeto de la “envidia” es un puro sujeto de estado que no se transforma en sujeto modal más que por medio del querer-estar-ser…En cambio, la descripción de la “emulación” no puede prescindir de alguna presentación del hacer y de las modalidades necesarias para llevarlo a cabo…En efecto, la “emulación” instala un querer-hacer-“igual o mejor que el otro”; pero este querer- hacer proviene de un querer-ser- “aquel o como aquel que hace”, es decir, proviene de una identificación con cierto estado modal ajeno, en otros términos, la emulación no tiene como finalidad la reproducción de un programa del otro, sino la reproducción de la “imagen” modal que proporciona el otro al cumplir con su programa, …de este modo, un “estado de cosas” se convierte en un “estado de ánimo”, la imagen modal de la que sí misma apunta el sujeto de la emulación…. La pasión atañe, pues,

…a un sujeto de segundo rango, el sujeto modal que de ella deriva.

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Modos de existencia y simulacros existenciales

Por otro lado, en semiótica narrativa se reconoce una serie repertoriada de roles del sujeto que caracterizan a los diferentes modos de existencia del actante narrativo en el transcurso de las transformaciones…Esta serie se limita a tres roles…

sujeto virtualizado (no conjunto)

sujeto actualizado(disjunto)

sujeto realizado (conjunto)

Sin embargo…se reconoce la existencia de una cuarta posición…se puede denominar a ese rol “sujeto potenciado”…sujeto tensivo que aparece en el espacio de la foria….tomaría su lugar al inicio del recorrido, antes que el sujeto virtualizado. ..falta análisis concretos

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Sujetos modales y simulacros existenciales

Examinemos brevemente, a manera de ejemplo, la “humildad”: ¿será considerado el “humilde” no competente, pobre o tonto por el hecho de juzgarse de buena gana “insuficiente”?... La humildad no reside en un modo de existencia característico de un estado de cosas, sino en un modo de existencia característico de un estado de ánimo..lo que importa es la disjunción en la que se representa y hacia la que tiende….

Al insertarse en un enunciado narrativo y su ejecución en el discurso, la carga modal abre un espacio semiótico imaginario en el que puede desplegarse el discurso pasional. Bajo tal perspectiva, lejos de nacer de una eventual psique de los sujetos individuales, los “imaginarios pasionales” son el resultado de las propiedades del nivel semionarrativo, reconocido generalmente como la forma semiótica del imaginario humano, en el sentido antropológico y no psicológico.

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Los simulacros modales

…la hipótesis de que, para describir las pasión, la única estructura generalizable sería la de la intersubjetividad..potencial, una especie de interactancialidad de contornos vagos…

Al ser proyectado en una representación de segundo grado, el mismo sujeto apasionado puede verse desdoblado en un sujeto “efectivo”… y en un sujeto de estado “simulado” en la configuración pasional…la semiótica de las pasiones debe dar cuenta de ese desdoblamiento imaginario…

Esta posibilidad se manifiesta en el discurso por medio de una doble convocatoria: por una parte, la convocatoria de formas semionarrativas de la subjetividad y, por otra parte, la de las formas tensivas de la actancialidad…lo cual permite proyectar, a partir de un sujeto apasionado aparentemente único y homogéneo, verdaderas “escenificaciones” pasionales que comprenden varios roles actanciales y varios sujetos modales en interacción.

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Los simulacros pasionales

Se considera que el simulacro es una configuaración que resulta únicamente de la apertura de un espacio imaginario como consecuencia de las cargas modales que afectan al sujeto: los simulacros existenciales y los cambios “imaginarios” de roles actanciales -…constituyen las principales propiedades de estos simulacros en sentido restringido. Estos simulacros aparecen en el discurso como producto de desembragues localizados, con los que el sujeto apasionado inserta escenas de sus “imaginarios” en la cadena discursiva; …

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Los simulacros pasionales

Extraer todas las consecuencias del análisis de las pasiones consiste en postular que toda comunicación (e interacción) entre simulacros modales y simulacros que todos los interactantes y las culturas a las que pertenecen han contribuido a construir. Una posición como ésta no hace sino concretar las sugerencias hechas desde el nivel epistemológico, a propósito de la manera de concebir la intersubjetividad en el momento en el que el sujeto tensivo se desdobla en un “otro” e interioriza, sobre el fondo de la fiducia, el cuerpo otro como “intersujeto”.

Es la comunicación entera la que descansa en la circulación de los simulacros.

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p.58-59__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES DISPOSITIVOS MODALES: DEL DISPOSITIVO A LA DISPOSICIÓN.__

El ordenamiento modal del estar-ser.

La mayoría de las configuraciones pasionales se encuentran definidas en los diccionarios de lengua como “disposiciones para”, “sentimiento que lleva a”, “estado interior del que se inclina hacia” y, por su lado, la descripción de la “disposición” o de la “inclinación” se hace en términos de comportamiento o de acción. Si la disposición o la inclinación desemboca en el “hacer”, podemos suponer que comprenden cierto ordenamiento del “estar-ser” con vistas al “hacer”. Pero plantear en estos términos la cuestión de la eficacia de la pasión equivaldría a considerarla como una simple competencia, cuyas modalizaciones producirán ipso facto un efecto de sentido pasional.

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p.58-59__LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS PASIONES DISPOSITIVOS MODALES: DEL DISPOSITIVO A LA DISPOSICIÓN.__

El excedente pasional

Si nos contentáramos con ello, el universo pasional sería coextensivo del universo modal y no habría razón para distinguirlo y, a fortiori, para intentar dilucidar los principios de la articulación entre ambos. Ahora bien, incluso cuando la pasión es parcialmente traducible como “competencia para hacer”, ésta no agota y jamás explica por sí sola el efecto pasional. Por ejemplo la “impulsividad” puede ser traducida como una cierta asociación entre querer-hacer y poder- hacer …pero una pasión como ésta presenta un “excedente” modal que aparece en superficie bajo la forma del “intensivo”y del “incoativo” ; lo que caracteriza al impulsivo es, más bien, una manera de ser o estar al hacer…En efecto, si se considera únicamente una “conducta” impulsiva, el doble rasgo “intensivoíncoativo” se presenta como una simple sobredeterminación accidental de la competencia modal de base. Pero si, por otra parte, se caracteriza al sujeto como “impulsivo”, entonces se considera que esta sobredeterminación rige y patemiza a la competencia modal y asegura su actualización en cualquier circunstancia…la configuración pasional comprenderá un principio rector, parcialmente independiente de las modalizaciones propiamente dichas, en especial las modalizaciones del hacer.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones

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La disposición como programación discursiva

A final de cuentas, esta propiedad de las disposiciones pasionales explica muchas cosas. Para empezar, la existencia de un principio rector que emana de la protensividad permite definir las disposiciones como “programaciones discursivas” y explicar cómo es posible que aparezcan, en el nivel del discurso, como potencialidades de hacer o como series de estados ordenados (lo que comúnmente llamamos “actitudes”) A este respecto, el sujeto apasionado funciona como ciertas memorias de respaldo en informática: por una parte, los archivos son guardados de manera compacta, ilegibles e inutilizables en ese estado; por otra, existe un comando que los restaura y los vuelve accesibles para el usuario. El dispositivo modal sería similar a esta versión “comprimida” y no accesible, el principio protensivo y rector sería el comando de restauración, y la disposición sería el resultado legible y accesible y, en consecuencia, operativo del conjunto del procedimiento.

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La disposición como aspectualización

Al haber construido y definido el devenir en el espacio teórico del sentir mínimo, su encarnación discursiva es totalmente apropiada para la transformación de las series modales en disposiciones pasionales, en la medida en que esta encarnación implica al mismo tiempo una suspensión de la pura racionalidad narrativa y cognoscitiva.

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de ánimo. México: Siglo XXI-Benemérita Universidad de Puebla.

P. 96Capítulo 2. A propósito de la avaricia

Como las pasiones sólo tienen existencia discursiva gracias al uso, comunitario o individual, su estudio no puede restringirse a las generalidades y a los “noemas” semánticos y sintácticos que las constituyen …

En cuento al exceso, representa aquí una intensidad del sentimiento, acompañada de un juicio moral peyorativo. La pasión se mide entonces en una escala en la que la moral instituye umbrales de apreciación: el apego al dinero puede ser más o menos vivo; no obstante, habiendo alcanzado el umbral moral, se convierte en la avaricia. El umbral no es, empero, una frontera entre una no pasión y una pasión, sino entre dos formas pasionales que el diccionario, en su propia nomenclatura, llamaría respectivamente un “sentimiento” y una “pasión”

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

P. 129El reembrague sobre el sujeto tensivo

...el cuerpo sintiente del sujeto apasionado. La descripción modal o incluso la veridictoria del simulacro pasional no basta para explicar la irrupción del cuerpo de la configuración de la avaricia y de la disipación.

Para eso hay que regresar a los modos de existencia. Sólo hemos considerado la interpretación narrativa: proyectada sobre el recorrido del sujeto narrativo, la serie de los modos de existencia organiza las diferentes transformaciones de la junción. Pero la misma serie pueden también ser proyectada sobre el recorrido de la construcción teórica, desde las precondiciones de la significación hasta la manifestación discursiva … De cualquier forma, en el caso del recorrido teórico, los modos de existencia ya no son los del sujeto narrativo, sino los del sujeto epistemológico.

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*GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones. *

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Al preguntarnos sobre los antecedentes de una semiótica de las pasiones, hemos tenido que reconocer, anteriormente al recorrido del sujeto epistemológico propiamente dicho, una fase tensiva en la que es prefigurado por un “casi sujeto”, un sujeto sintiente; interviene enseguida una fase de discretización y de categorización en el que llega a ser sujeto conocedor; la ubicación de la sintaxis narrativa de superficie lo convierte en sujeto de búsqueda; en fin, durante la puesta en discurso, puede ser asimilado al sujeto discurrente.

Siendo el sujeto discurrente el sujeto de la instancia ad quem, es llamado realizado, al haber completado la totalidad del recorrido hasta la performance discursiva, conforme con la cadena de presuposiciones que rige el recorrido de los modos de existencia. El sujeto de búsqueda es llamado actualizado al estar situado en el nivel de las estructuras semionarrativas de superficie; éste presupone al sujeto conocedor, quien instala las “estructuras elementales”, término ab quo del recorrido generativo y podemos considerar por eso como virtualizado.

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

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¿Qué hacer con el sujeto potencializado en ese caso? Este último, recordémoslo, está situado deductivamente entre el sujto actualizado y el sujeto realizado: ¿a qué instancia correspondería un sujeto epistemológico situado entre las estructuras semionarrativas de superficie y las estructuras discursivas? La única respuesta plausible ─y coherente con nuestras proposiciones iniciales─ sería la siguiente: el sujeto potencializado es el de la praxis enunciativa, instancia de mediación dialéctica entre la instancia semionarrativa y la instancia discursiva. Como el sujeto narrativo potencializado, es susceptible de explotar la competencia adquirida con vistas a la performance, con otros fines en especial imaginarios. Ahora bien, si el imaginario del sujeto narrativo consiste en simulacros, el imaginario del sujeto epistemológico, imaginario en la teoría misma, no puede ser más que el espacio tensivo de la foria, aquél en el que esbozamos un “casi sujeto”, un sujeto sintiente.

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

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En la economía general de la teoría, la potencialización sería, entonces, esa praxis mediadora que, conjugando los productos del recorrido generativo y aquellos de la tensividad fórica, los fijaría, los almacenaría como “potencialidades” del uso, al lado de las “virtualidades” del esquema.

Desde ese momento y en el recorrido de la construcción teórica, el sujeto potencializado representaría la única instancia en la que el cuerpo tendría todos sus privilegios, como constitutivo de los efectos de sentido. Al resultar la existencia semiótica de una mutación interna de los productos de la percepción ─lo exteroceptivo engendra lo interoceptivo por medio de lo propioceptivo─, guarda la memoria del propio cuerpo. Una vez discretizado y categorizado, sólo guarda huellas de lo propioceptivo en la polarización de la masa tímica en euforía/disforia. Por la potencialización del uso, sólo la enunciación podrá de nuevo solicitar al “sentir” y al cuerpo como tales.

Un reembrague sobre el sujeto sintiente también es necesario para convocar en el discurso los efectos somáticos de la pasión …

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P. 131Dos gestos culturales: la sensibilización y la moralización

La sensibilización es la operación por la cual la cultura interpreta una parte de los dispositivos modales, considerados deductivamente como efectos de sentido pasionales. En la lengua, la sensibilización se manifiesta, o bien en condensación ─gracias a la lexicalización de los efectos de sentido─ o bien en expansión ─bajo la forma de sintagmas que comprenden uno de los términos genéricos de la nomenclatura y una serie que enuncia un comportamiento, una actitud o un hacer. En el discurso, es reconocida concretamente, entre otras cosas, o bien gracias al distanciamiento entre los roles temáticos y los roles patémicos propiamente dichos, o bien merced a la imposibilidad de reducir una disposición a una simple competencia, en la medida que el paso al acto no agote ahí los efectos.

La moralización es la operación por la cual una cultura remite un dispositivo modal sensibilizado a una norma, concebida principalmente para regular la comunicación pasional en una comunidad dada. Sea de origen individual o colectivo, la moralización señala, entonces, la inserción de una configuración en un espacio comunitario. Ella se manifiesta en lengua por la presencia de la proyección o del mejoramiento, en general por medio de juicios de exceso, de insuficiencia o de mesura, ya sea la condensación en los lexemas que nombran la pasión, o bien en expansión en las glosas que las definen. En discurso, la moralización se reconoce por el hecho de que un observador social está encargado de evaluar el efecto de sentido y es susceptible, con el fin de producir tales juicios, de atribuirse un rol actancial en la configuración.

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P. 131 La sensibilización.Variaciones culturales

Las diferentes culturas, áreas o épocas tratan de manera variable los mismos dispositivos modales, como la testimonia la configuración de la avaricia. La generosidad, por ejemplo,ha conocido tales avatares. Para comenzar, ha cambiado la modalización regente que define la isotopía modal: del poder, que subtendía la generosidad ligada a la “grandeza”, al “coraje” y, más generalmente, a todas las acepciones que invocan los “grandes recursos” del sujeto que “da más de lo que debe”, y aquí el “más” es la manifestación de una motivación endógena, independiente de las obligaciones. En seguida, el querer -(estar) ser mismo ha sido tratado sucesivamente como “cualidad” (“cualidad de un alma orgullosa, bien nacida”), como “sentimiento” (“sentimiento de humanidad que lleva a mostrarse benévolo, caritativo, a perdonar, a aceptar a un enemigo”), y, en fin, como “disposición” (disposición a dar más de lo que uno debe).

La sensibilización del dispositivo modal de la generosidad es muy superior en la época clásica y se acompaña a demás de una moralización positiva extrema, ya que esa “cualidad” es el criterio de un nacimiento noble, que define el ser “hereditario” del sujeto. La sensibilización disminuye gradualmente, ya que en la generosidad clasificada com o “disposición” se reconoce, en todo caso, una competencia inscrita como “tendencia” del sujeto, pero no un “sentimiento” o una “pasión”.

… P. 132

La sensibilización es pues la primera fase realizable de la puesta en discurso de las pasiones …

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P. 132-133La sensibilización en acto

Sin embargo, la sensibilización así definida es sólo comprendida en sus efectos, una vez que, habiendo hecho su parte la praxis enunciativa, el efecto de sentido pasional se convierte en estereotipo, y el estereotipo, en un primitivo pasional dentro de un uso dado. Esos efectos suponen un proceso, es decir, operaciones que pertenecen a la puesta en discurso …

la sensibilización no es solamente una operación abstracta necesaria para la teoría de las pasiones, sino que además es observable en los dispositivos concretos, bajo el mismo tenor que otras operaciones de la sintaxis discursiva.

La sensibilización tiene, así, como explicación, su lugar dentro de la economía general de la teoría, y, a la vez, como descripción dentro del recorrido discursivo de construcción del sujeto apasionado: de alguna manera, verticalmente, construye las taxonomías culturales que filtran los dispositivos modales para manifestarlos como pasiones en el discurso y, horizontalmente, toma su lugar en la sintaxis discursiva de la pasión, como un proceso en toda la extensión de la palabra … Por esa razón podemos convenir en denominar patemización a la sensibilización concebida como una operación perteneciente a la sintaxis discursiva. De hecho, desde el punto de vista genético, la patemización precedería a la sensibilización concebida como una instancia cultural; ella puede no ser más que un caso aislado, pero puede también entrar en el uso; desde ese momento, las secuencias modales que afectan son identificadas como pasiones en ese uso y la praxis enunciativa realiza su obra. La sensibilización como operación enunciativa es, pues, secundaria.

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P. 134El cuerpo sensible

La vocación de una semiótica de las pasiones es la de describir y también explicar los efectos discursivos de la sensibilización. ..

En el afán de las explicaciones extrasemióticas o parasemióticas, se podría, por ejemplo, imaginar que la sensibilización es una operación de origen psicosomático y que ciertos dispositivos modales actuarían sobre el soma como “en terreno favorable”. De todas maneras, esa hipótesis plantea más problemas de los que resuelve, y que habría entonces que demostrar cómo las culturas pueden determinar los “terrenos favorables” que les serían específicos.

P. 135

De hecho, en la medida que la sensibilización sobredetermina el proceso por el cual los semas exteroceptivos e interoceptivos son homegeneizados por lo propioceptivo, trasciende la oposición entre lo innato y lo adquirido. Pero, lamentablemente, carecemos de informaciones sobre la manera como el propio cuerpo puede intervenir en el proceso. A la vista de las axiologías y de la oposición entre la foria y la disforia, nos hemos contentado en imaginar que la propioceptividad actuaba únicamente por atracciones y repulsiones. Pero nada dice que el cuerpo no sea capaz de producir simbolizaciones elementales más complejas, las cuales, sin suscribirse aún a un funcionamiento semiótico, prepararían la sensibilización de las formas significantes. …

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P. 135-136

Desde un punto de vista epistemológico, si el relativismo cultural de la aprehensión patémica de los significados del mundo natural pudiera explicarse por la presencia de “esquemas sensibles” en el imaginario humano, resultaría que la existencia semiótica misma sería afectada. Si desde un punto de vista sintáctico se puede postular un “terreno favorable” para la manifestación de las pasiones, se debe a que el recorrido del sujeto apasionado no comienza con la sensibilización.

·La constitución pasional

Podríamos pensar en el concepto griego de hexis, que significa a la vez la “manera de (estar-)ser, la “constitución” -en el sentido médico, por ejemplo- o el hábito, ya sea del cuerpo, o del espíritu…

A manera de hipótesis de trabajo, se podría entonces considerar a la hexis sensible como una sobredeterminación cultural de las pregnancias biológicas, que se traduciría por una articulación específica de la zona propioceptiva y que proyectaría “esquemas sensibles” sobre la existencia semiótica. Las disposiciones y las imágenes finales convocadas en los discursos realizados encontrarían o no encontrarían un eco en esos esquemas sensibles y, por ese hecho, producirían o no producirían efectos de sentido pasionales. La sensibilización presupondría en este caso, en el nivel de las precondiciones de la significación, una “constitución” del sujeto sintiente.

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Por otro lado, si se admite que la sensibilización puede ser aprehendida a la vez por sus efectos en la praxis enunciativa y como operación discursiva, puede uno preguntarse si la “constitución” del sujeto apasionado no podría también ser considerada desde dos puntos de vista diferentes. .. hasta ahora sólo hemos examinado la eventualidad de una “predisposición” del sujeto sintiente en el recorrido de la construcción teórica, partiendo de la idea de la propioceptividad podría ser constitutiva ya del sujeto apasionado. Se puede uno preguntar aquí cuál sería la forma discursiva de una constitución “en acto”, es decir, cómo se instala el terreno favorable para la eclosión pasional en el recorrido sintáctico del sujeto. … El apego y el desapego intervienen incluso si el dispositivo modal no está ubicado, y, a fortiori, todavía cuando no está sensibilizado … En ausencia de objetos de valor y de sistemas de valores, el sujeto sólo tendría que ver con las “sombras de valor” que le propone la fiducia, el apego o el desapego serían dos posiciones extremas sobre la gradación continua de la fiducia.

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… en efecto, las “costumbres” son “hábitos” codificados e integrados en una cultura y no se confunden con la repetición. Es un hecho que el rol temático del “cazador” se construye por aprendizaje y repetición; sin embargo, no induce ipso facto un “hábito” y “costumbres”.

Volvemos a encontrar aquí la hexis, lo que permite decir que Mme. De Bergeton está “constituida” para ser avara antes incluso de llegar a serlo y que la sensibilización propiamente dicha, provocada por el cambio de discurso, tiene su raíz en ese estado previo. El hábito no es, por supuesto, sino una de las formas posibles (adquirida, en el ejemplo) de la construcción del sujeto apasionado.

ºEsbozo de un recorrido patémico

Independientemente de su carácter “adquirido” o “innato”, la constitución se presenta como una predisposición general del sujeto discursivo para los recorridos pasionales que le esperan, definiendo su modo de acceso al mundo de los valores y seleccionando de antemano ciertas pasiones antes que otras. Así, remontando el curso de la sintaxis discursiva a partir de la manifestación pasional, encontramos sucesivamente: la sensibilización, que aplica a una disposición, que prolonga ella misma una constitución. En el otro sentido, no se puede razonar más que por términos de probabilidades. Mme. Bergeton habría podido sufrir la influencia de las costumbres y los hábitos provinciales, sin por lo mismo, adquirir una verdadera disposición a la avaricia; esa disposición jamás habría podido ser sensibilizada si el cambio de contexto no hubiera intervenido. De ahí que la sintaxis discursiva del sujeto apasionado se establezca provisionalmente así:

CONSTITUCIÓN → DISPOSICIÓN → SENSIBILIZACIÓN

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones.

P. 138-139-140ͦ La moralización

Numerosos juicios éticos señalan la actividad de un actante evaluador en la configuración de la avaricia. Estos juicios moralizan comportamientos que, en sí mismos, serían neutros; el economizador e un rol no moralizado -o evaluado positivamente- el avaro es evaluado negativamente; el comportamiento llamado “interesado” es evaluado negativamente en la configuración estudiada, mientras que en la economía política es evaluado positivamente, a partir de A. Smith, entre otros, pero también en pedagogía, en la que es considerada una llave del éxito. …

ͦ Pasiones socializantes

Para comprender mejor la moralización, podemos por lo pronto interrogarnos sobre quien es el responsable. Cuando se encuentra en semiótica una evaluación sobre el hacer o el estar-ser de un sujeto, ordinariamente se buscan las huellas de un Destinador-juez y se considera que su hacer judicativo pertenece a la etapa terminal del esquema narrrativo canónico. Pero se trata aquí del esquema narrativo canónico y el recorrido del sujeto apasionado se encuentra atrapado en un simulacro que no permite tratarlo como un recorrido narrativo clásico.

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p.159LOS CELOS

El primer objetivo de un estudio consagrado a los celos era disponer, junto con pasión que en un primer acercamiento podría pasar como una “pasión de objeto” –la avaricia-, de una pasión intersubjetiva que convirtiera, por lo menos potencialmente, tres actores: el celoso, el objeto, el rival. Ciertamente, la avaricia se reveló intersubjetiva, al menos implícitamente, y sobre todo en el momento de la moralización. Pero los celos ofrecen la ventaja de hacer explícita una escena pasional con varios roles, un entrelazamiento de estrategias, una verdadera interacción dotada de una historia y de un devenir, desde la manifestación lexical de la configuración, y a fortiori en el discurso.

Por cierto, en el recorrido discursivo del avaro, las relaciones intersubjetivas sólo aparecen en el momento de la evaluación; desde luego que en profundidad son el resorte del “flujo circulante del valor”, pero en el nivel discursivo tienden a borrarse en provecho de las relaciones de objeto; es pues solamente a la luz de la moralización como nos damos cuenta de que las riquezas acumuladas y retenidas son a expensas del otro. En cambio, los celos aparecen de entrada sobre el fondo de una relación intersubjetiva compleja y variable, presente por definición a todo lo largo del recorrido pasional: el temor de perder el objeto no se comprende aquí más que por la presencia de un rival potencial o imaginario, y el temor del rival nace de la presencia del objeto que tiene la función de desafío.

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p. 159 (2)LOS CELOS

Señalamos aquí desde ahora que el recorrido pasional es aquí función de relaciones duales entre tres actantes y el conjunto está orientado por la perspectiva adoptada por el celoso; los celos en este sentido, pueden ser tanto un desamparo y un sufrimiento como un temor y una angustia, según si el acontecimiento decisivo es anterior o posterior a la crisis pasional. Si el acontecimiento –la junción del rival con el objeto- es tomado antes de su advenimiento, la relación es de rivalidad -S1/S2- pasa al primer plano y suscita el temor: se trata entonces de vigilar al otro, de desbaratar sus acercamientos, de desviarlo del objeto, de acaparar este último para excluir al rival. Si el acontecimiento es tomado una vez realizado, es evidente que para el celoso, a menos que busque vengarse no hay mucho que pueda hacer con el rival; en cambio, la relación de apego –S1/S3- pasa al primer plano. el celoso se vuelve entonces hacia el objeto, sobre el cual se pregunta a quién ama verdaderamente y hasta qué punto puede confiar en él. Es sólo entonces cuando el sufrimiento se nutre de variaciones fiduciarias y epistémicas.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). *Semiótica de las *

p. 160LOS CELOS

Apegos y rivalidad

Un primer acercamiento, inspirado por la semántica lexical, consistirá en dejarse guiar un momento por las definiciones del diccionario. Para tener una primera idea de lo que son los celos, parecería útil saber a qué configuraciones más extensas pertenecen. A la vista de las definiciones, de los correlatos, de los sinónimos y de los antónimos, parece que los celos se ubican en la intersección de la configuración del apego y de la rivalidad, que corresponden respectivamente a la relación entre el celoso y su objeto – S1/O,S3- y a la relación entre el celoso y su rival –S1/S2.

Todas las definiciones de los celos dan cuenta, directa o indirectamente, de un antisujeo que amenaza con hacer estragos o que ya los ha hecho. Por ejemplo, un antónimo como “bonachón” se glosa, entre otros, por “complaciente”, “inofensivo”, “pacífico”, lo que lleva a confirmar el carácter “combativo” “ofensivo” del celoso y, por lo tanto, la presencia al menos potencial de un rival en su territorio. Además, el celoso es ante todo –y por su misma etimología- alguien “particularmente apegado a…”, que “depende absolutamente de …”, y es por eso que los celos remiten también al deseo, al celo y a la envidia. El apego está también presente en los antónimos, en negativa esta vez: “indiferente” se glosa como “insensible” o “apartado”, por ejemplo.

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Apego y rivalidad 2

Pero hay que ver bien que estas dos configuraciones están, si no muy próximas entre sí, por lo menos cuidadosamente articuladas en los celos. En una especie de presuposición alternada, el apego se refuerza con la rivalidad y la rivalidad se agudiza con el apego que la motiva. La consecuencia de esa articulación de dos configuraciones en gran parte autónomas no es nada despreciable; por una parte, la rivalidad nunca será, para el celoso, alegre y conquistadora, sino que aparecerá más bien como dolorosa y amarga, teniendo como perspectiva la pérdida del objeto; por la otro, el apego será profundamente inquieto y preocupado, ya que la amenaza del rival está latente: por ejemplo, puesto que lo único que cuenta es la relación con el ser amado, una inquietud guarda la huella de la actividad amenazadora y más o menos imaginaria de un antisujeto. …Asimismo, el celoso es un sujeto acosado entre dos relaciones que lo solicitan cada una por completo, pero a las cuales jamás puede consagrarse exclusivamente: preocupado por su apego cuando lucha, está, a la inversa, obsesionado por la rivalidad cuando ama.

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□ Rivalidad, antagonismo y competencia

La “rivalidad” sería, según el diccionario Pettit Robert, la “situación de dos o más personas que se disputan algo” (especialmente, el primer lugar, el primer puesto). “Situación” remite a un dispositivo actancial y narrativo, independientemente de toda manifestación pasional; éste sería el núcleo sintáctico de toda la configuración. Se notará la existencia de una relación polémica arquetípica, eventualmente organizada alrededor de un objeto (el “algo”), pero más a menudo en torno a una calificación de los sujetos (la superioridad), que podría ser interpretada como el resultado de una comparación entre competencias modales.

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. La emulación

La “emulación”, “sentimiento que lleva a imitar o a superar a alguien en mérito, en saber, en trabajo” es un antiguo sinónimo de “rivalidad” y de “celos”. La emulación aporta a la rivalidad una nueva especificación. Lejos de proseguir el mismo camino que el antagonismo y la competencia, en las que veíamos dibujarse un objeto, la emulación se focaliza en la comparación entre las competencias de S1 y S2; esa competencia puede ser aprehendida tal cual, como saber-hacer o poder-hacer o por medio del juicio ético que la transforma en “merito”. Ya que es un objeto modal el objeto que emerge de la rivalidad, el antagonismo toma aquí por objetivo al ser mismo de los sujetos

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La envidia

En las definiciones del diccionario encontramos dos formas de “envidia”: por un lado, es un “sentimiento de tristeza, de irritación o de odio que nos anima contra quien posee un bien que nosotros no tenemos” y, por otra, puede también entenderse como el “deseo de gozar de una ventaja, de un placer similar al del otro”. La configuración de la rivalidad parece deber ahora escoger entre la relación polémica y la relación de objeto. La particularidad de la envidia radica en no poder manifestar a la vez sino una sola de las dos relaciones…

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Del recelo a los celos

El recelo es un “sentimiento de desconfianza”, un “temor a ser eclipsado, hundido en la penumbra por alguien”. La particularidad del recelo salta a la vista cuando se le compara con la envidia y la emulación. De la envidia queda muy poco, ya que el objeto pasa a segundo plano y el deseo ya no es manifestado. Sobre la emulación, al placer, el recelo invierte la estructura: en lugar de tratar de rebasar, eclipsar a otro, el sujeto teme esta vez ser rebasado o eclipsado; la emulación presupone la superioridad del rival, el recelo lo aprehende. EL dispositivo de base es siempre el mismo: la figuración de la rivalidad, sin objeto definido, pero aprehendida desde la perspectiva de uno solo de los sujetos. Únicamente ha cambiado la forma discursiva…Nos encontramos pues con otra variación de perspectiva en la que la emulación se construye en la perspectiva de aquel que trata de rebasar al otro y el recelo se construye en la perspectiva de aquel que es susceptible de ser rebasado.

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Dentro de esa configuración, los “celos” se dan como un resultado de la serie de especificaciones y de articulaciones ya señaladas en las figuras precedentes: desde luego, es la más compleja de todas las que hemos considerado hasta ahora. Se apoya en el dispositivo actancial S1/S2/S3; está fundada también en la perspectiva de un sujeto S1; puede focalizar, ya sea la relación de rivalidad, especificándose así en prospección como un “temor”, o bien en relación de objeto, especializándose entonces en retrospección que con la emulación, ya que la perspectiva será siempre la de aquel que teme ser rebasado o que sufre por haberlo sido, dicho de otra forma la competencia de referencia es la del celoso y desde que el sistema se invierte, al convertirse la competencia del rival en referencia, se sale de los celos para entrar en la emulación.

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p. 167LOS CELOS

El celoso en el espectáculo

Se puede hacer observar a ese respecto que los celos especifican al actante observador encargado de orientar el dispositivo actancial. El celoso sufre por “ver a otro gozar” o “teme perder”; en un caso, S2 es focalizado, en el otro, es O,S3; pero la particularidad de los celos radica en apuntar siempre hacia la relación S2/O,S3, poniendo en un primer plano, o bien a un actante, o bien al otro; por eso, cualquiera sea la perspectiva adoptada, el espectáculo que ofrece a S1, es siempre el de la junción entre rival y el objeto. Que algún otro goce de O o que O pueda ser perdido en provecho de otro, la misma escena engendra siempre la misma pasión más allá de la variación de perspectiva. Los celos obedecerán a la misma distinción que la envidia, pero desde el fondo de una especificación propia.

Si el espectáculo fundamental de los celos es el de la junción modalizada del rival y del objeto, el celoso como observador es excluido de la relación de junción. El envidioso podía escoger entre dos perspectivas, en las que siempre era el polo principal: o bien S1/S2, o bien S1/O,S3; por su parte en última instancia, el celoso sólo puede escoger entre dos perspectivas sobre S2/O,S3, por lo que se encuentra siempre en un segundo plano: sea (S1) S2/O o sea (S1) S2/O,S3. Por esa razón, el sujeto celoso se encuentra en la imposibilidad de segmentar el dispositivo actancial de manera distinta y la escena detestada o temida se le impone; con respecto a su propio simulacro pasional, él se presenta como sujeto virtualizado, un sujeto sin cuerpo que no puede acceder la escena.

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p. 167-168LOS CELOS

Esa posición muy particular en el dispositivo actancial va a traducirse en el nivel discursivo por la atribución de una posición de observación específica: el observador de los celos será de hecho un “espectador”, es decir, un observador cuyas coordenadas espacio-temporales se refieren a las de un espectáculo que le es dado, pero que en ningún caso puede figurar como actor en la misma escena. En efecto, como se verá pronto, cualquiera que sea la posición espacial o temporal del celoso con relación a la escena en la que el rival y el objeto se conjuntan, esta última está siempre “presente” en su imaginación –es la obra de sus determinaciones espacio-temporales-, pero siempre excluido.

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p. 168-169LOS CELOS

El apego intenso

Nos limitaremos aquí al examen del “apego” propiamente dicho y luego de los correlatos “posesión” y “exclusividad”. En la definición misma de los celos, al apego está asociado, por un lado, con la intensidad, ya que es “vivo”, y, por el otro, con el “deseo de posesión exclusiva”.

La intensidad del apego sobredeterminaría la junción, puesto que el diccionario precisa que es “un sentimiento que nos une…”…El apego descansaría con el deber-estar-ser que modalizaría no al objeto sino a la junción, cualquiera que ésta sea. Un deber-estar-ser que compromete en alguna medida la existencia semiótica del sujeto; sucede en efecto como si, estando roto el apego, el sujeto debería regresar a un estadio presemiótico en el que nada tendría ya ningún valor para él.

No se ve cómo la intensidad podría afectar directamente a esa modalidad, ya que es categorial: ¿cómo una necesidad que se respete puede ser más o menos fuerte que otra necesidad? Las únicas respuestas que vienen a la mente son de tipo discursivo o tensivo: se puede admitir que ciertas necesidades sean jerárquicamente superiores a otras, que algunas sean más urgentes, prioritarias. La necesidad, en suma, no conocería otras gradaciones ni otras diferencias de intensidad que las que obligan a distribuir temporal y espacialmente los programas con vistas a su linearización, durante la puesta en discurso: la intensidad del apego se reconocería especialmente, ya sea en la anterioridad de los programas o de los comportamientos correspondientes al objeto, o bien por su ubicación en primer plano en la representación figurativa que el sujeto da de su ser.

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.El celo

El celo intensifica y moraliza a la vez el apego. Es, se dice, “un vivo ardor por servir a una persona o a una causa, a la cual se está sinceramente consagrado”. La intensidad se manifiesta aquí como “calor”, el sentimiento se ha convertido en una disposición a hacer (a servir), y el apego es sólo presupuesto; además, el apego es reformulado como “abnegación”, lo que, si se pone entre paréntesis el hecho de que la relación sea en ese caso intersubjetiva y jerarquizada, viene a señalar el investimiento exclusivo del sujeto por su objeto: está “consagrado”, incluso “sacrificado” a su objeto, y los correlatos “fidelidad”, “lealtad”, confirman la independencia del deber.-ser-estar con respecto a las peripecias narrativas, una vez que ha sido suspendida la moralización que los sobredetermina. Por lo demás, presuponiendo la confianza, esos dos últimos correlatos nos recuerdan que, de este lado de la moralización, el deber- estar- ser engendra la espera o que, más profundamente, la modulación que lo prefigura se dibuja sobre el fondo de la fiducia.

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p.171LOS CELOS

.La posesión y el gozo

La posesión exclusiva que reclama el celoso abre dos vías de investigación paralelas: una relativa a la posesión, y la otra, a la otra, a la exclusividad. Entendemos a veces por “actitud posesiva” una actitud exclusiva, pero esa contaminación de un término por otro noes más que un efecto de su frecuentes asociaciones.

La “posesión” sería la “facultad de hacer uso de un bien del que se dispone” y remitirá así a “detentar” “servirse de”, “poder gozar de”. El sujeto de la posesión no es un sujeto de hacer que apunte a la conjunción, sino un sujeto ya conjunto que apunta al goce del objeto. Se observa también un sujeto de hacer que da placer al sujeto de estado, pero estaría situado en la dimensión tímica y no en la dimensión pragmática que ha llevado a la conjunción con el objeto: se escoge y compra una casa (dimensión pragmática) y se goza de ella una vez que se la tiene (dimensión tímica)…

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones

p.173LOS CELOS

La exclusividad

La “exclusividad”, así como el adjetivo “exclusivo” y el verbo “excluir”, comportan a la vez una modalización, según el deber-no-estar-ser, y una cuantificación.

Toda exclusión supone una totalidad y una parte de esa totalidad considerada como una unidad; lo que en realidad delimita a la exclusión es una realidad salida de la totalidad, individuo, grupo o fracción…

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Consultando de nuevo las definiciones del diccionario, notamos que distinguen cuatro sememas, caracterizados cada uno por un término genérico, Se encuentra así un apego: “apego vivo y receloso”, un mal sentimiento: “mal sentimiento que se experimenta viendo a otro gozar…”; una inquietud: inquietud que inspira el temor a compartir…”; y por último, un sentimiento doloroso: “sentimiento doloroso que hace nacer, en el que lo experimenta, las exigencias de un amor inquieto, el deseo de posesión exclusiva de la persona amada, la sospecha o la incertidumbre de su infidelidad”.

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p.178-179LOS CELOS

La inquietud

La inquietud parece ser más general que el temor o el recelo, razón por la cual será considerada como uno de los constituyentes sintácticos fundamentales de los celos. El temor solo no supone más que un saber y un creer, una espera, modalizada a la vez conflictivamente por el poder-estar-ser (la eventualidad) y por el querer-no estar-ser (el rechazo). Por el contrario, la inquietud introduce, con permanencia y la iteración, un rol patémico estereotipado, una constante de la competencia pasional del sujeto. Circunscritos al temor, los celos no serían más que un sentimiento puntual, incidental, ya que el temor no tiene otra razón que un acontecimiento por venir, que aquí cumple una función de objeto de saber y que moviliza la espera; eso sería, de alguna manera, unos celos dictados por las circunstancias. En cambio, con la inquietud que por definición no tiene objeto preciso, los celos llegan a ser una propiedad del sujeto mismo, inscrita no en la circunstancia, sino en la competencia, como una manera de estar-ser del celoso.

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p.179LOS CELOS

La inquietud (2)

Comparada con el recelo, la inquietud conserva también una posición genérica, puesto que el recelo no es más que una fase efímera de los celos o de la inquietud, aquella que se perfila la sombra del rival. Por consiguiente, desde el punto de vista de la sintaxis la inquietud rige toda la cadena y se traduce pasajeramente, ya sea por recelo, cuando el rival se manifiesta, o bien por el temor, cuando el evento disfórico es esperado.

La inquietud puede injertarse particularmente, tanto en la espera del acontecimiento propiamente dicho. En ese sentido hace revivir al sujeto apasionado el estremecimiento fórico fundamental, aquel que engendra el “sentir” mínimo. Además, si la agitación entre euforia y disforia impide al sujeto inquieto la polarización que lo haría un verdadero sujeto de búsqueda, por una regresión en el recorrido generativo lo hace volver a la tensividad fórica, anterior a la categorización. La oscilación, en efecto, no puede ser interpretada como un recorrido entre dos posiciones extremas: el inquieto no es un ciclotímico; es más bien, una indecisión perpetua dentro de una figura mixta que no llega a fijar sus términos. Por eso el inquieto puede ser comprendido como un sujeto sumergido en las modulaciones tensivas.

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GREIMAS A. J. y J. FONTANILLE.(1994[1991]). Semiótica de las pasiones

p.179LOS CELOS

La inquietud (3)

El sujeto inquieto podría pasar por prototipo del sujeto apasionado, ya que a falta de poder recorrer posiciones discontinuas dentro de las categorías modales –en el seno de las cuales no puede más que “oscilar”- el único recorrido que se le ofrece es un recorrido de una modalización a la otra, es decir, por el interior de los dispositivos modales. La inquietud, al impedir al sujeto las transformaciones discontinuas que ofrecen las categorías modales, lo predispone para plegarse a la sintaxis intermodal dentro de los dispositivos pasionales. El inquieto sería también un prototipo del sujeto apasionado e otro sentido, complementario del precedente. En efecto, , si se trata de identificar su dispositivo modal específico o su recorrido existencial, no se llega a él: el querer, el saber, el poder y el deber pueden igualmente fundar la inquietud; los sujetos realizados, virtualizados, actualizados y potencializados son todos susceptibles de estar-ser inquietos por razones diferentes.

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p. 163LOS CELOS

¿Desconfianza o defidencia?

La desconfianza y la difidencia son componentes tanto del recelo y de la sospecha como del temor, pues explotan el componente fiduciario subyacente al apego…hay una difidencia presupuesta por los celos y que tiene su fuente el la rivalidad…respecto al adversario, que es necesaria pero no es específica de los celos en absoluto…Ella resulta, entonces, más precisamente de una perturbación de la confianza propia al apego…

CONFIANZADIFIDENCIA

¿PREFIANZA?DESCONFIANZA

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de ánimo. México: Siglo XXI-Benemérita Universidad de Puebla.

P. 96Capítulo 2. A propósito de la avaricia

Como las pasiones sólo tienen existencia discursiva gracias al uso, comunitario o individual, su estudio no puede restringirse a las generalidades y a los “noemas” semánticos y sintácticos que las constituyen …

En cuento al exceso, representa aquí una intensidad del sentimiento, acompañada de un juicio moral peyorativo. La pasión se mide entonces en una escala en la que la moral instituye umbrales de apreciación: el apego al dinero puede ser más o menos vivo; no obstante, habiendo alcanzado el umbral moral, se convierte en la avaricia. El umbral no es, empero, una frontera entre una no pasión y una pasión, sino entre dos formas pasionales que el diccionario, en su propia nomenclatura, llamaría respectivamente un “sentimiento” y una “pasión”

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

P. 129El reembrague sobre el sujeto tensivo

...el cuerpo sintiente del sujeto apasionado. La descripción modal o incluso la veridictoria del simulacro pasional no basta para explicar la irrupción del cuerpo de la configuración de la avaricia y de la disipación.

Para eso hay que regresar a los modos de existencia. Sólo hemos considerado la interpretación narrativa: proyectada sobre el recorrido del sujeto narrativo, la serie de los modos de existencia organiza las diferentes transformaciones de la junción. Pero la misma serie pueden también ser proyectada sobre el recorrido de la construcción teórica, desde las precondiciones de la significación hasta la manifestación discursiva … De cualquier forma, en el caso del recorrido teórico, los modos de existencia ya no son los del sujeto narrativo, sino los del sujeto epistemológico.

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*GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones. *

P. 129

Al preguntarnos sobre los antecedentes de una semiótica de las pasiones, hemos tenido que reconocer, anteriormente al recorrido del sujeto epistemológico propiamente dicho, una fase tensiva en la que es prefigurado por un “casi sujeto”, un sujeto sintiente; interviene enseguida una fase de discretización y de categorización en el que llega a ser sujeto conocedor; la ubicación de la sintaxis narrativa de superficie lo convierte en sujeto de búsqueda; en fin, durante la puesta en discurso, puede ser asimilado al sujeto discurrente.

Siendo el sujeto discurrente el sujeto de la instancia ad quem, es llamado realizado, al haber completado la totalidad del recorrido hasta la performance discursiva, conforme con la cadena de presuposiciones que rige el recorrido de los modos de existencia. El sujeto de búsqueda es llamado actualizado al estar situado en el nivel de las estructuras semionarrativas de superficie; éste presupone al sujeto conocedor, quien instala las “estructuras elementales”, término ab quo del recorrido generativo y podemos considerar por eso como virtualizado.

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

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¿Qué hacer con el sujeto potencializado en ese caso? Este último, recordémoslo, está situado deductivamente entre el sujto actualizado y el sujeto realizado: ¿a qué instancia correspondería un sujeto epistemológico situado entre las estructuras semionarrativas de superficie y las estructuras discursivas? La única respuesta plausible ─y coherente con nuestras proposiciones iniciales─ sería la siguiente: el sujeto potencializado es el de la praxis enunciativa, instancia de mediación dialéctica entre la instancia semionarrativa y la instancia discursiva. Como el sujeto narrativo potencializado, es susceptible de explotar la competencia adquirida con vistas a la performance, con otros fines en especial imaginarios. Ahora bien, si el imaginario del sujeto narrativo consiste en simulacros, el imaginario del sujeto epistemológico, imaginario en la teoría misma, no puede ser más que el espacio tensivo de la foria, aquél en el que esbozamos un “casi sujeto”, un sujeto sintiente.

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

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En la economía general de la teoría, la potencialización sería, entonces, esa praxis mediadora que, conjugando los productos del recorrido generativo y aquellos de la tensividad fórica, los fijaría, los almacenaría como “potencialidades” del uso, al lado de las “virtualidades” del esquema.

Desde ese momento y en el recorrido de la construcción teórica, el sujeto potencializado representaría la única instancia en la que el cuerpo tendría todos sus privilegios, como constitutivo de los efectos de sentido. Al resultar la existencia semiótica de una mutación interna de los productos de la percepción ─lo exteroceptivo engendra lo interoceptivo por medio de lo propioceptivo─, guarda la memoria del propio cuerpo. Una vez discretizado y categorizado, sólo guarda huellas de lo propioceptivo en la polarización de la masa tímica en euforía/disforia. Por la potencialización del uso, sólo la enunciación podrá de nuevo solicitar al “sentir” y al cuerpo como tales.

Un reembrague sobre el sujeto sintiente también es necesario para convocar en el discurso los efectos somáticos de la pasión …

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). *Semiótica de las pasiones. *

P. 131Dos gestos culturales: la sensibilización y la moralización

La sensibilización es la operación por la cual la cultura interpreta una parte de los dispositivos modales, considerados deductivamente como efectos de sentido pasionales. En la lengua, la sensibilización se manifiesta, o bien en condensación ─gracias a la lexicalización de los efectos de sentido─ o bien en expansión ─bajo la forma de sintagmas que comprenden uno de los términos genéricos de la nomenclatura y una serie que enuncia un comportamiento, una actitud o un hacer. En el discurso, es reconocida concretamente, entre otras cosas, o bien gracias al distanciamiento entre los roles temáticos y los roles patémicos propiamente dichos, o bien merced a la imposibilidad de reducir una disposición a una simple competencia, en la medida que el paso al acto no agote ahí los efectos.

La moralización es la operación por la cual una cultura remite un dispositivo modal sensibilizado a una norma, concebida principalmente para regular la comunicación pasional en una comunidad dada. Sea de origen individual o colectivo, la moralización señala, entonces, la inserción de una configuración en un espacio comunitario. Ella se manifiesta en lengua por la presencia de la proyección o del mejoramiento, en general por medio de juicios de exceso, de insuficiencia o de mesura, ya sea la condensación en los lexemas que nombran la pasión, o bien en expansión en las glosas que las definen. En discurso, la moralización se reconoce por el hecho de que un observador social está encargado de evaluar el efecto de sentido y es susceptible, con el fin de producir tales juicios, de atribuirse un rol actancial en la configuración.

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P. 131 La sensibilización.Variaciones culturales

Las diferentes culturas, áreas o épocas tratan de manera variable los mismos dispositivos modales, como la testimonia la configuración de la avaricia. La generosidad, por ejemplo,ha conocido tales avatares. Para comenzar, ha cambiado la modalización regente que define la isotopía modal: del poder, que subtendía la generosidad ligada a la “grandeza”, al “coraje” y, más generalmente, a todas las acepciones que invocan los “grandes recursos” del sujeto que “da más de lo que debe”, y aquí el “más” es la manifestación de una motivación endógena, independiente de las obligaciones. En seguida, el querer -(estar) ser mismo ha sido tratado sucesivamente como “cualidad” (“cualidad de un alma orgullosa, bien nacida”), como “sentimiento” (“sentimiento de humanidad que lleva a mostrarse benévolo, caritativo, a perdonar, a aceptar a un enemigo”), y, en fin, como “disposición” (disposición a dar más de lo que uno debe).

La sensibilización del dispositivo modal de la generosidad es muy superior en la época clásica y se acompaña a demás de una moralización positiva extrema, ya que esa “cualidad” es el criterio de un nacimiento noble, que define el ser “hereditario” del sujeto. La sensibilización disminuye gradualmente, ya que en la generosidad clasificada com o “disposición” se reconoce, en todo caso, una competencia inscrita como “tendencia” del sujeto, pero no un “sentimiento” o una “pasión”.

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La sensibilización es pues la primera fase realizable de la puesta en discurso de las pasiones …

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P. 132-133La sensibilización en acto

Sin embargo, la sensibilización así definida es sólo comprendida en sus efectos, una vez que, habiendo hecho su parte la praxis enunciativa, el efecto de sentido pasional se convierte en estereotipo, y el estereotipo, en un primitivo pasional dentro de un uso dado. Esos efectos suponen un proceso, es decir, operaciones que pertenecen a la puesta en discurso …

la sensibilización no es solamente una operación abstracta necesaria para la teoría de las pasiones, sino que además es observable en los dispositivos concretos, bajo el mismo tenor que otras operaciones de la sintaxis discursiva.

La sensibilización tiene, así, como explicación, su lugar dentro de la economía general de la teoría, y, a la vez, como descripción dentro del recorrido discursivo de construcción del sujeto apasionado: de alguna manera, verticalmente, construye las taxonomías culturales que filtran los dispositivos modales para manifestarlos como pasiones en el discurso y, horizontalmente, toma su lugar en la sintaxis discursiva de la pasión, como un proceso en toda la extensión de la palabra … Por esa razón podemos convenir en denominar patemización a la sensibilización concebida como una operación perteneciente a la sintaxis discursiva. De hecho, desde el punto de vista genético, la patemización precedería a la sensibilización concebida como una instancia cultural; ella puede no ser más que un caso aislado, pero puede también entrar en el uso; desde ese momento, las secuencias modales que afectan son identificadas como pasiones en ese uso y la praxis enunciativa realiza su obra. La sensibilización como operación enunciativa es, pues, secundaria.

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P. 134El cuerpo sensible

La vocación de una semiótica de las pasiones es la de describir y también explicar los efectos discursivos de la sensibilización. ..

En el afán de las explicaciones extrasemióticas o parasemióticas, se podría, por ejemplo, imaginar que la sensibilización es una operación de origen psicosomático y que ciertos dispositivos modales actuarían sobre el soma como “en terreno favorable”. De todas maneras, esa hipótesis plantea más problemas de los que resuelve, y que habría entonces que demostrar cómo las culturas pueden determinar los “terrenos favorables” que les serían específicos.

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De hecho, en la medida que la sensibilización sobredetermina el proceso por el cual los semas exteroceptivos e interoceptivos son homegeneizados por lo propioceptivo, trasciende la oposición entre lo innato y lo adquirido. Pero, lamentablemente, carecemos de informaciones sobre la manera como el propio cuerpo puede intervenir en el proceso. A la vista de las axiologías y de la oposición entre la foria y la disforia, nos hemos contentado en imaginar que la propioceptividad actuaba únicamente por atracciones y repulsiones. Pero nada dice que el cuerpo no sea capaz de producir simbolizaciones elementales más complejas, las cuales, sin suscribirse aún a un funcionamiento semiótico, prepararían la sensibilización de las formas significantes. …

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Desde un punto de vista epistemológico, si el relativismo cultural de la aprehensión patémica de los significados del mundo natural pudiera explicarse por la presencia de “esquemas sensibles” en el imaginario humano, resultaría que la existencia semiótica misma sería afectada. Si desde un punto de vista sintáctico se puede postular un “terreno favorable” para la manifestación de las pasiones, se debe a que el recorrido del sujeto apasionado no comienza con la sensibilización.

·La constitución pasional

Podríamos pensar en el concepto griego de hexis, que significa a la vez la “manera de (estar-)ser, la “constitución” -en el sentido médico, por ejemplo- o el hábito, ya sea del cuerpo, o del espíritu…

A manera de hipótesis de trabajo, se podría entonces considerar a la hexis sensible como una sobredeterminación cultural de las pregnancias biológicas, que se traduciría por una articulación específica de la zona propioceptiva y que proyectaría “esquemas sensibles” sobre la existencia semiótica. Las disposiciones y las imágenes finales convocadas en los discursos realizados encontrarían o no encontrarían un eco en esos esquemas sensibles y, por ese hecho, producirían o no producirían efectos de sentido pasionales. La sensibilización presupondría en este caso, en el nivel de las precondiciones de la significación, una “constitución” del sujeto sintiente.

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones.

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Por otro lado, si se admite que la sensibilización puede ser aprehendida a la vez por sus efectos en la praxis enunciativa y como operación discursiva, puede uno preguntarse si la “constitución” del sujeto apasionado no podría también ser considerada desde dos puntos de vista diferentes. .. hasta ahora sólo hemos examinado la eventualidad de una “predisposición” del sujeto sintiente en el recorrido de la construcción teórica, partiendo de la idea de la propioceptividad podría ser constitutiva ya del sujeto apasionado. Se puede uno preguntar aquí cuál sería la forma discursiva de una constitución “en acto”, es decir, cómo se instala el terreno favorable para la eclosión pasional en el recorrido sintáctico del sujeto. … El apego y el desapego intervienen incluso si el dispositivo modal no está ubicado, y, a fortiori, todavía cuando no está sensibilizado … En ausencia de objetos de valor y de sistemas de valores, el sujeto sólo tendría que ver con las “sombras de valor” que le propone la fiducia, el apego o el desapego serían dos posiciones extremas sobre la gradación continua de la fiducia.

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… en efecto, las “costumbres” son “hábitos” codificados e integrados en una cultura y no se confunden con la repetición. Es un hecho que el rol temático del “cazador” se construye por aprendizaje y repetición; sin embargo, no induce ipso facto un “hábito” y “costumbres”.

Volvemos a encontrar aquí la hexis, lo que permite decir que Mme. De Bergeton está “constituida” para ser avara antes incluso de llegar a serlo y que la sensibilización propiamente dicha, provocada por el cambio de discurso, tiene su raíz en ese estado previo. El hábito no es, por supuesto, sino una de las formas posibles (adquirida, en el ejemplo) de la construcción del sujeto apasionado.

ºEsbozo de un recorrido patémico

Independientemente de su carácter “adquirido” o “innato”, la constitución se presenta como una predisposición general del sujeto discursivo para los recorridos pasionales que le esperan, definiendo su modo de acceso al mundo de los valores y seleccionando de antemano ciertas pasiones antes que otras. Así, remontando el curso de la sintaxis discursiva a partir de la manifestación pasional, encontramos sucesivamente: la sensibilización, que aplica a una disposición, que prolonga ella misma una constitución. En el otro sentido, no se puede razonar más que por términos de probabilidades. Mme. Bergeton habría podido sufrir la influencia de las costumbres y los hábitos provinciales, sin por lo mismo, adquirir una verdadera disposición a la avaricia; esa disposición jamás habría podido ser sensibilizada si el cambio de contexto no hubiera intervenido. De ahí que la sintaxis discursiva del sujeto apasionado se establezca provisionalmente así:

CONSTITUCIÓN → DISPOSICIÓN → SENSIBILIZACIÓN

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GREIMAS A.J. y J. FONTANILLE (1994[1991]). Semiótica de las pasiones.

P. 138-139-140ͦ La moralización

Numerosos juicios éticos señalan la actividad de un actante evaluador en la configuración de la avaricia. Estos juicios moralizan comportamientos que, en sí mismos, serían neutros; el economizador e un rol no moralizado -o evaluado positivamente- el avaro es evaluado negativamente; el comportamiento llamado “interesado” es evaluado negativamente en la configuración estudiada, mientras que en la economía política es evaluado positivamente, a partir de A. Smith, entre otros, pero también en pedagogía, en la que es considerada una llave del éxito. …

ͦ Pasiones socializantes

Para comprender mejor la moralización, podemos por lo pronto interrogarnos sobre quien es el responsable. Cuando se encuentra en semiótica una evaluación sobre el hacer o el estar-ser de un sujeto, ordinariamente se buscan las huellas de un Destinador-juez y se considera que su hacer judicativo pertenece a la etapa terminal del esquema narrrativo canónico. Pero se trata aquí del esquema narrativo canónico y el recorrido del sujeto apasionado se encuentra atrapado en un simulacro que no permite tratarlo como un recorrido narrativo clásico.

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